Treinta años después
Un abogado de segunda fila no puede ser profesor en la Universidad y menos Presidente del Consejo General del Poder Judicial y ese fue el caso de Guilarte, mediocre jurista.
Una mediocre profesora no puede llegar a ser catedrática de nada porque su padre fuese Decano.
Un profesor que truca los exámenes y que da unos apuntes tan malos que no valen ni para quemarlos en San Juan, además de felicitar a la gente por estudiar por manuales de asesinos mediocres como Arias Navarro, no puede ser profesor. Era tan vago y cobarde que no decía a los alumnos si aprobaban o no para que no pudiesen reclamar. Explicaba muy mal y ya que sus apuntes era totalmente inútiles, mandaba estudiar por manuales, cuyo contenido no se lo sabía ni él. Inútiles como él sobran en la universidad y la hacen pésima. Si se fueran, nos harían un gran favor a todos pero hay quien no quiere jubilarse a los setenta años, total, por ir a pasar rato y cobrar por no hacer nada, la salud no se resiente. Ese grupo de monos sobran en la enseñanza y en el mundo del Derecho. Son unos parásitos y unos impresentables.
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