Felipe IV contra los mosqueteros de Luis XIII
Richelieu estuvo muy cerca de ser derrota pero la falta de coordinación entre hispanos e imperiales salvó al Cardenal, que no había tenido ningún tipo de problema en alinearse con el bando protestante en la destructiva guerra de los Treinta Años.
Atrás quedaron los tiempos de gran tolerancia del sobrino de Felipe II, Rodolfo II, educado en España para pasar a enfrentamientos violentos entre las grandes potencias de Europa. La decadente España no estaba en condiciones de luchar y menos de derrotar a varios enemigos a la vez y las rebeliones de Cataluña y de lis portugueses, que no fueron las únicas, hicieron el resto.
El rey nacido en Valladolid y hermano de Ana de Austria, también nacida en la ciudad del Pisuerga y del Esgueva, llevó la guerra contra Francia a Cataluña, que proclama a Luis XIII como conde de Barcelona pero pronto Francia se revela como un amo muchísimo peor que los castellanos que, aunque habían cometido abusos en el Principado, lo defendieron frente a Francia. Por su parte, el Rey de Invierno, Juan IV, el duque de Braganza esperó su momento y la ayuda de ingleses y franceses para librarse el dominio de los castellanos para siempre, inaugurando un tiempo de derrotas, decadencia y sometimiento al inglés, mucho peor que la a unión personal con Castilla.
Alejandro Dumas considera a España un país exótico. Viajó desde Irún a Cádiz, pasando por Burgos y Aranda de Duero. Los mosqueteros se basan en figuras reales y el Dartagnan auténtico era gascón como sus compañeros de armas, jugador, mujeriego como Felipe IV de España y luchó en Colliure, donde está enterrado el gran escritor exiliado Antonio Machado contra España. Los catalanes perderán para siempre un quinto se su población y su territorio, uniendo su destino inevitablemente al resto de España mientras que Portugal seguirá su propio camino, sin interesar al resto de reinos hispánicos en absoluto. Los neerlandeses se quedarán con parte de las colonias portuguesas en Asia, a pesar de ser expulsados por Portugal de Pernambuco. El gran jurista holandés Hugo Grocio busca resquicios para defender a su pujante república, para la que el siglo XVII fue de expansión y riqueza, como se refleja en su arte.
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