No es la de Valladolid sino la atractiva vecina del norte, Palencia, que muchos vallisoletanos conocen solamente de paso para ir a Cantabria, la segunda casa de muchos. La propia ciudad de Palencia, recorrida también por el Canal de Castilla tiene mucho que ver cómo la calle Mayor y la calle Mayor Antigua, el instituto Jorge Manrique, en el que yo tuve la suerte de estudiar hace ya más de un cuarto de siglo, la catedral, la tercer gótica mayor de España tras Sevilla y Burgos, la iglesia de San Miguel, dónde se casó el Cid Campeador con la leonesa Doña Jimena, el Monte Viejo, las Huertas del obispo, la calle de Colón, el Salón de Isabel II, la plaza Mayor y la plaza de Abilio Calderón, los Jardinillos, el Sotillo y tantas otras cosas que casi no se conocen fuera. No olvidemos los bares y restaurantes del lugar. Los nacidos en Palencia presumimos de ser gente de palabra y de fiar, lo que contrasta con la astucia y falsedad de muchos vallisoletanos, aunque hay de todo en los sitios, tan