El fenómeno sueco

 

La alianza entre franceses y Suecia en la guerra de los Treinta Años dio la victoria al bando contrario a los imperiales. Curiosamente, el último período de la guerra en el Sacro Imperio Romano Germánico fue el francés, un país que aceptaba, aunque no siempre de buen agrado, la autoridad del Papa de Roma. Luis XIV tuvo la idea de crear una iglesia propia francesa pero no lo hizo. Tal vez abrió el camino al laicismo actual frente a los estados teóricamente laicos como España o Austria (hoy es San Carlos Borromeo, cuyo templo vienés merece la pena visitar).

Felipe IV tuvo que elegir entre Cataluña y Portugal pero debió haberse olvidado de los conflictos en una Europa de la que siempre hemos sido la periferia. La ayuda a su suegro contra el cerco de los turcos otomanos supuso el fin del sueño de conquistar definitivamente Portugal y evitar el temor que hubo tras la muerte de Carlos II sin descendencia: la utilización del vecino del Oeste por los británicos como base contra España.

Suecia es mucho más que el país de grupos como ABBA o Europe.

En otros tiempos dominó casi en su totalidad el mar Báltico pero su poder decayó tras la derrota en la guerra del Norte frente a los rusos pero eso es otra historia.




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