Treinta y dos años después
Treinta y dos años después he vuelto a ese lugar de malos recuerdos pero he regresado.
Han pasado muchos años y las sensaciones al entrar en ese lugar son muy extrañas y hasta contradictorias porque nunca pensé que volvería allí pero la vida da muchas sorpresas.
Todos hemos tenido al típico profesor mediocre que sólo sabía insultar a la gente, hacerse el chulo y poner negativos; esconde su mediocridad y frustración tratando mal a la gente e inútiles como él sobran en la educación, teniendo su lugar en un colegio privado en el que han entrado por recomendación. Cualquiera de la publica le da mil vueltas a ese patán de segunda fila. No perdamos el tiempo con inútiles de ese calibre porque es absurdo y dan pena. El tiempo es muy valioso y la mediocridad trata de esconderse en la prepotencia.
Hasta pronto.
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