Comodoro Dewey
Los cafés de época de todas las ciudades acogían tertulias y una gran actividad cultural pero el desastre del 98 puso a todos en su sitio.
El presidente MacKinley, con una brutalidad extrema nos expulsará de Cuba y Puerto Rico, además de ordenar al comodoro Dewey destruir los barcos de guerra españoles en Filipinas que, como todos sabemos, toman su nombre de Felipe II, nacido en esta ciudad.
La estatua de Colón de Valladolid se iba a llevar a La Habana pero no hay mal que por bien no venga.
El monstruo al que ayudamos a liberarse del dominio británico a finales del siglo XVIII tendrá su Vietnam, de donde saldrá derrotado estrepitosamente y huirá como un auténtico cobarde.
MacKinley será asesinado a principios del siglo XX. El crimen se paga, eso se dice.
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