El cobarde salió corriendo, se escondió y ya no puede reclamar lo suyo




 El cobarde salió corriendo despavorido. El cobarde se escondió y no quiso hacer caso a quienes quisieron ayudarle porque es un cobarde. El cobarde no puede defender lo suyo y menos reclamarlo. Tampoco se atreve porque es lo que es y eso no se puede pegar. Es solo un miserable y un desperdicio humano que no se atreve ni a quitarse de en medio porque es un cobarde y un miserable, algo que no me cansaré de repetir una y otra vez. El problema es que el cobarde y miserable soy yo. Me lo merezco, ya que me escondí ante el problema y huí como lo que soy. Por mi culpa, otros fueron perjudicados y ni siquiera me atreví a dar la cara. Ahora ya no puedo reclamar lo que es mío porque lo abandoné. Me merezco lo peor porque soy ruin, cobarde y miserable. Muchos me ven y me ignoran, me lo merezco todo. Hay quien simplemente me insulta y yo no voy s responder porque me lo merezco. Yo me lo he buscado y pago las duras consecuencias de lo que hice, de lo que no hice y de esconderme sin dar la cara pero incluso los miserables como yo tenemos derecho a una segunda oportunidad, ya que en mi pecado está la penitencia, tanto la reprobación jurídica como la social. Yo me he equivocado. No tuve lo que había que tener porque soy un cobarde y un miserable. Todos me desprecian. Me encontré con mi yo del pasado y me di cuenta que no he mejorado sino todo lo contrario. He sido un miserable en los ochenta, en los noventa, a principios de siglo, en la década de los diez y lo continúo siendo en los veinte. Doy pena, pero no te compadezcas de mí porque no lo merezco. No copies de mí y lucha por conseguir tus objetivos porque luchar da puntos ya de oir sí y yo no fui capaz de luchar, huyendo ante los alaridos del monstruo, al que podía haber plantado cara y herido gravemente, aunque hubiera recibido yo mayor daño. Doy pena.

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