Una ciudad con un arte urbano bonito a la vuelta de la esquina, leones de la Universidad de los que se dice que traen mala suerte a quien los cuenta pero sólo en los estudios y un edificio de Hacienda de principios del siglo XX y que tiene el escudo de la Segunda República en una ciudad considerada en otros tiempos de derechas, ya no, tiene que gustar mucho al visitante porque esto no es más que una muestra de lo que hay que descubrir.
Es casi un mundo creado exclusivamente para ti pero hay que saber ver entre líneas, observar y saber esperar.
Las mil y una anécdotas que le pueden ocurrir a uno casi sin salir de casa valen para escribir un libro entero, cuya lectura podría ser sorprendente.
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