La Universidad le da a uno la bienvenida
Años que no vuelven y experiencias únicas, aunque muchas veces no se saben apreciar por los alumnos. No todos han tenido la suerte de haber estudiado allí y volver al instituto tras haber pasado por la universidad no es tarea fácil ni agradable.
Muy buenos profesores eclipsados por algún que otro impresentable que viene a pasar el rato diciendo cuatro bobadas y aprueba al que le dice cuatro frasecitas de un manual que seguro que ni se ha leído ni entiende, aparte de hacer exámenes adulterados de sacar bolitas (salen las que a él le interesa). No perdamos el tiempo con las cosas malas y busquemos lo bueno, que es mucho más abundante y mejor.
Una estatua de Quevedo tal vez sería más adecuada que la de Cervantes, que tampoco está nada mal ahí situada.
Interminables paseos por San Martín, La Antigua y la catedral metropolitana y siempre recorrido lleno de bares de tapas y vinos nunca se olvidan.
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