Larga decadencia de un imperio estratégico



La división del Imperio Romano por parte del emperador de origen hispano Teodosio entre sus dos hijos Arcadio y Honorio tal vez lo salvó porque no estaba en condiciones de hacer frente a sus enemigos.
Mientras Occidente se hundió ante los bárbaros, Oriente resiste y alcanza un gran poder bajo Justiniano, famoso por su compilación de leyes y por casi reconstruir todo el Imperio.
Las diferentes dinastías perderán fuerza ante árabes, cruzados y otros enemigos formidables hasta la derrota frente a los otomanos, que tendrán un apogeo de dos siglos y medio, llegando a amenazar Viena y un desgaste que acaba con su derrota en la Primera Guerra Mundial, en la que eligieron el bando equivocado, el de los Imperios Centrales, antiguos enemigos suyos si bien Ataturk recuperó parte de los territorios perdidos, Turquía ya no será ni un imperio ni una potencia mundial.
La derrota de Lepanto, batalla en la que Cervantes estuvo presente, les hizo retroceder pero ni mucho menos fue su fin. Mucho más tarde se enfrentaron a los rusos por Crimea y perdieron casi toda su presencia en los Balcanes.
Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I nació en Alemania pero pasó parte de su infancia en Villagarcía de Campos, no muy lejos de Valladolid. En estas tierras se encontrará con su hermano el rey Felipe II. Don Juan morirá en los Países Bajos, donde la presencia del rey tal vez hubiera mejorado las cosas.
La paz de Westfalia, que pondrá fin a la a guerra de los Treinta Años supuso la separación definitiva del Sacro Imperio de las Provincias Unidas y Suiza. En los territorios helvéticos encontró la muerte el bisabuelo de Carlos I, Carlos el Temerario.

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