Seelenbinder
La España de la Primera Guerra Mundial tenía más o menos los mismos problemas que ahora. Alba Bonifaz demostró su inoperancia ante la buena coyuntura económica al ser nuestro país neutral. No era el caso de Portugal, al que los británicos enrolan a nuestro vecino en el bando aliado.
Alemania fue derrotada, perdió una parte importante de su territorio y fue obligada a firmar un tratado leonino y humillante, abriendo el camino a la llegada de los nacionalistas.
La crisis económica terrible que sufrió Alemania al tener que hacer frente a las reparaciones y la posterior Gran Depresión de 1929 obligó al joven Seelenbinder a practicar la lucha grecorromana. Sus victorias en las Espartaquiadas u Olimpiadas alternadas alegran tanto a los comunistas como a los partidarios de Adolf Hitler, amigo de deportes de contacto como el boxeo o la lucha.
Seelenbinder se negó a hacer el saludo nacionalsocialista a los jerarcas del partido que se acaparó el poder del país germánico por antonomasia y al final acabó en la cárcel y ejecutado por sus ideas. Muchas calles y plazas de la antigua República Democrática Alemana llevan su nombre.
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