Lento camino hacia sur
Los musulmanes se retiran del norte de la península Ibérica porque no les interesa. Los beréberes dejan Galicia y se dirigen hacia el Duero, lo que tampoco les satisface. Se crea una frontera entre Córdoba y los cristianos en los alrededores de la actual Coimbra, el Sistema Central y tierra del valle del Ebro. Cataluña cae en manos de los carolingios un poco más tarde. El Duero se convierte en una región despoblada y peligrosa. Lo mismo ocurre con la zona oriental del reino de León, la que sería llamada Castilla, zona relacionada más con cántabros, vascones y várdulos que con leoneses, por lo que se separa muy pronto de León, creándose una rivalidad entre ambos territorios por la actual Tierra de Campos, antiguo lugar de asentamiento de visigodos.
Asturias se convierte en León y el poderoso reino no se unirá de forma definitiva a Castilla hasta Fernando III, que se proclama rey de ambos territorios en la plaza Mayor de Valladolid. Eran los principios del siglo XIII y Portugal ya se había separado por la inoperancia de Alfonso VII y la poca decisión de Fernando II y Alfonso IX de León. Tal vez no interesa el reino occidental porque tiene pocas riquezas. Siglos más tarde, crearía el primer imperio marítimo y no lo perdería hasta el siglo XX. Felipe II advirtió del desastre que supondría romper la unidad ibérica y no se equivocó en absoluto. El dominio inglés de los mares ya se veía venir desde hacía tiempo.
Los reinos orientales de la península Ibérica siguen otra evolución hasta el advenimiento de los Trastámara a la corona de Aragón.
Urraca de León vivió en el castillo de Saldaña, casi derruido hoy en día. Supo evitar la separación de Portugal de León, confirmada en el tratado de Zamora de 1143.
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