Veintinueve años de aquel sábado
Ya ha pasado tanto tiempo ⏱️ que uno ya ni se acuerda. Ese sábado fue el comienzo de mi etapa en esta ciudad 🌆 porque iba a comenzar la universidad el mes siguiente. Las calles siguen en su sitio pero todo ha cambiado mucho desde aquel día de 1995. Contra el tiempo ⏲️⏱️ no se puede luchar porque es el auténtico amo de este mundo 🌎🌍 tridimensional en el que vivimos.
Mambo se cerrará, como Mogambo y tantos otros bares pero se abrirán otros nuevos, como establecimientos de comercio, restaurantes, etc. Muchos cines van a desaparecer o a transformarse en otra cosa, tal vez alguno en un 🎰 casino. Todo se transforma y la vida da muchas vueltas, apareciendo como normal lo que antes parecía increíble.
Las chicas de ensueño de la universidad están casadas y muchas ya tienen hijos mayores pero lo peor de todo es que ni siquiera recuerdan los nombres de quienes les queríamos tanto pero no aparecíamos en su lista de chicos interesantes o posibles. Lo más humillante es el olvido. Es como haber sido un fantasma 👻 pero no como el del mendigo de esa famosa canción australiana, Walzing Mathilda, sino como el que parece que nunca existió pero había que intentarlo. El territorio se recupera pero nunca el tiempo ⏲️⏱️, como dijo Napoleón Bonaparte, que estuvo aquí en 1809.
Somos un poco o bastante más viejos pero hay recuerdos que envejecen bien y se mantienen para siempre. Las leyendas nunca desaparecen del todo.
El espíritu joven y la actitud ante la vida de la que habla Ernest J. Zelinski en sus libros 📚 deben guardarse. El proceso es lo fundamental, el resultado es lo de menos.
Algún profesor de la universidad que de profesional tenía menos que Bart Simpson y era más falso que Krusty se jubilará muy pronto y sus exámenes adulterados, su prepotencia y su inutilidad y cobardía, como sus libros de cortar y pegar, se perderán para siempre y nadie se acordará del mismo.
Felices fiestas y a disfrutar con Mago de Oz.
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