Llamando a Viena, llamando a Valladolid




 La canción de los años ochenta del austriaco Falco, genial, pero con final triste y lejos de su amada Viena, nos lleva a un tiempo de bares y de discotecas en unos años de peleas y mucha diversión, de mucho trabajo pero conflictivos, de peleones que falsificaban su currículum vitae para ascender en su partido político, lo que luego salió a la luz y no hace falta decir nombres y de presidentes paracaidistas que mentían acerca de su lugar de nacimiento y no hace falta decir el nombre del individuo, cuyo hijo era un buen aficionado a los coches de lujo y a la velocidad, lo que puede reportar alguna que otra consecuencia nefasta como perder el permiso de conducción. Eran otros tiempos y otros días. La universidad era otra cosa, entre mediocres decanos y las dos facciones que se heredaban de la dictadura, de los traidores al gobierno de la Segunda República. Hasta pronto y feliz fin de verano.

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