El chico de Viena





 Juana I de Castilla fue jurada en el palacio de Pimentel de Valladolid, hoy edificio de la Diputación Provincial, cercano a la iglesia de San Pablo y al precioso instituto Zorrilla. Picas personas pueden presumir de cuatro hijas reinas y dos hijos emperadores pero doña Juana era la tercera Hiba de Isabel I y de Fernando II. La muerte de su hermano Juan, casado con Margarita de Austria y la de su hermana Isabel y del hijo de está y del rey Manuel I de Portugal, Miguel, le dejó abierto el camino. 

Realmente llegó una dinastía de fuera, no se logró la unión con Portugal y Castilla se puso al servicio de Países Bajos. De eso sabía mucho Carlos I.

Castilla estaba en otro ámbito político y no tenía ninguna necesidad de entrar en los grandes conflictos europeos. Si bien Alfonso X pretendió sin éxito ser emperador, un castellano, Fernando I, hijo de doña Juana lo logra y sustituye a su hermano Carlos, nacido en la localidad belga de Gante (una chica conocida estuvo allí de Erasmus pero eso lo cuento otro día).

Si los reinos hispánicos no hubieran entrado en la guerra de los Treinta Años, tal vez no se hubiese llegado a la rebelión en Cataluña y Portugal. 

Si Felipe IV no hubiera apoyado a su suegro en la lucha contra los turcos que asediaban Viena, tal vez se hubiese recuperado Portugal, ruina en lo económico para Castilla.

Cuenta la leyenda que Sigmund Freud se encontraba en sus paseos después del almuerzo con un joven sin futuro que era aficionado a la ópera y que más tarde sería la causa de su huida de Austria, haciéndola parte de Alemania pero eso no está demostrado.


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