Graciela y Evangelina
He conocido está última semana a dos mujeres extraordinarias en un supermercado cercano a la casa de mi amiga, que para mí siempre será la primera. Una se llama Graciela y es joven y la otra, Evangelina, una mujer mayor. Ambas sin personas de mucho misterio y toca imaginar cuál será su vida o sus intereses, si tienen pareja o no o incluso hijos o a qué bares van los fines de semana, si es que pueden salir por el motivo que sea.
La verdad es que la potencialidad de conocer gente en las ciudades es increíble pero a la hora de la verdad, las cosas no son de esa manera y más en una sociedad en la que ninguna mujer quiere parecer fácil.
En las últimas décadas las costumbres sociales han cambiado mucho, sobre todo con la llegada al poder de los gobiernos progresistas de las izquierdas, que contrastan con el egoísmo e individualismo de las derechas, que sólo saben robar, manipular y engañar a la clase obrera, aquella a la que tanto desprecian y tratan de manipular. Como dijo Pablo Casado: "el parado sin prestación ya tiene las comunidades autónomas pero el empresario necesita liquidez". Nunca les votéis y menos a Vox, la ultraderecha.
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