El lejano Este nos atrae
Tampoco hace falta irse a China o a Japón pero el Esté nos ha atraído siempre a casi todos.
Más allá del Rin y del Danubio estaban los marcomanos y los sármatas, pueblos que los romanos no podían conquistar y que calificaban de bárbaros, aunque no lo fuesen tanto o no lo fuesen. Eran simplemente los que vivían más allá del "limes" y que no podían conquistar.
Muy atrás queda la idea de que la civilización occidental no es homogénea y se divide en la zona romana-germánica y en el greco-eslava, si bien vuelve el mundo de los bloques unas décadas más tarde de la división de la Unión Soviética en repúblicas independientes, antes federales e integrantes de la Unión.
Teodosio, de la localidad segoviana de Coca, dividió el Imperio entre sus hijos Arcadio y Honorio. Bizancio resistió e influyó sobre la Rus de Kiev pero Rusia no ha sido siempre un estado eslavófilo y asiático; es más Europa que Turquía, estado islámico y asiático. Siempre nos ha atraído el Este pero ya no son los malos de las películas o los que van a desencadenar la Tercera Guerra Mundial, que ojalá nunca llegue.
España es el único pais que ha limitado con Rusia (en teoría) y con Estados Unidos. En Alaska, Columbia Británica, Washington, Oregón y California tuvimos pequeños altercados con nuestros "vecinos" septentrionales que venían de Europa o Siberia pero no nos hemos llevado mal casi nunca, a pesar de la División Azul, destruida cerca de Novgorod, de donde fue príncipe Rurik, vikingo creador de Rusia, si existió en realidad. El Este nos ha atraído siempre y los suecos también fueron enemigos nuestros pero en la Guerra de los Treinta Años, en la que el Cardenal Richelieu se alió con el rey protestante de Suecia, Gustavo Adolfo. El astuto y falso cardenal jugó bien las cartas de Cataluña y Portugal. La jugada le salió bien. Eran tiempos de la regencia de Ana de Austria, nacida aquí.
La guerra del Norte fue una derrota sueca por parte de Rusia y el inicio del declive de su poder en el Báltico, que ya no será nunca un lago sueco. Pedro I el Grande arregló su país y lo modernizó.
Por aquella época aparece una gran potencia, Prusia pero sus territorios hoy no pertenecen a Alemania sino a Rusia, Polonia e incluso Lituania. En 1700 muere Carlos II sin sucesión y ya conocemos el resto de la historia. Luis XIV fue demasiado ambicioso y eso no es bueno. La segunda boda, con Mariana de Neoburgo, no produjo el efecto deseado y será un bisnieto de Ana de Austria, el duque de Anjou, quien regirá lo que ya es España y sin Portugal. Viva España. El Este nos atrae, no solamente las espectaculares mujeres rusas o jugadores del Fórum del pasado.
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