Treinta años del fin de Barcelona 92
Algunas librerías de Valladolid son fabulosas y es un auténtico espectáculo comprar en ellas y ese es el caso de la de la plaza de El Salvador, pero hay muchas otras increíbles, como la de la plaza del Moral, junto al bar de Pablo, llamado ahora Laorden.
Los que fueron los mejores juegos olímpicos de la historia en su momento finalizaron hace ya treinta años con un buen papel para nuestros deportistas, que jugaban en casa y con todo a favor. Ese fue el caso de la vallisoletana Miriam Blasco en judo y del soriano de Ágreda, Fermín Cacho, campeón olímpico contra todo pronóstico de los 1500 metros y que volvería a obtener medalla en los Juegos de Atlanta cuatro años más tarde, que no fueron tan buenos como los celebrados en España.
Las dos únicas subsedes fuera de Cataluña fueron Zaragoza y Valencia, algo increíble en un país moderno que apoyó los Juegos de Barcelona, mientras que los separatistas catalanes hicieron lo contrario con la candidatura de Madrid a ser ciudad olímpica para 2012, 2016 y 2020. Ese es precisamente el problema de nuestro país: los separatistas catalanes y vascos, sin olvidarse de algún jugador de fútbol del Compostela que no iba a la selección española porque "era gallego y no español".
Muchos son españoles para lo que les interesa, como Javier Clemente, que era hijo de un emigrante zamorano en Baracaldo, Vizcaya y que vivía en Guecho, la segunda localidad de más habitantes de Vizcaya tras la capital y el pueblo natal de Clemente. Javier tuvo que dejar pronto el fútbol y ser entrenador, llegando a dirigir a un Real Valladolid que no logró salvarse porque poco había ya que hacer, a pesar de los conocimientos del vasco, del que todo el mundo sabe su afinidad con el separatismo del PNV; Sabino Arana, el de los ocho apellidos vascos, odiaba a los inmigrantes, a lo moderno y al capitalismo.
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