Un laberinto construido con amor
Al llegar a una ciudad para estudiar en ella durante unos años casi todo es nuevo. Me sorprendió la gente tan antipática y prepotente, como los de autoescuela de la calle Gondomar, que luego pasó a Tirso de Molina, además de vagos, que en lugar de corregir los tests se dedicaban a vocear y tratar mal a la gente. Si no se sabe de un negocio es mejor no meterse. En cualquier sector de necesitan auténticos profesionales y no oportunistas que buscan ganar dinero sin dar un palo agua.
Me extrañó en mi primer día en la universidad que el catedrático de Filosofía del Derecho dijese que un tercio de los presentes no seguirían el próximo año allí y que algunos más lo dejarían el segundo y el tercer año. La verdad es que los profesores más impresentables me los encontré el segundo curso. No es bueno ponerse a fumar en clase ni adulterar los exámenes y menos felicitar a la gente por estudiar por el manual de Arias Navarro. Algún doctor en Derecho parece que no tuviese ni la ESO y sus libros son un corta y pega. Por vuestra culpa nuestra universidad no es de las mejores.
Es esperpéntico oír a una persona de América que ha venido aquí para que sus hijos estudien cuando la enseñanza no es buena. Aquí vienen los extranjeros porque se les da todo y no se les pude casi nada. Es bueno que venga gente de fuera pero con contrato y por el tiempo necesario.
Por otra parte, el barrio más populoso de Castilla y León no está en esta ciudad sino en Burgos y es Gamonal, que se incorporó a la ciudad del Arlanzón en los años cincuenta. No sé nos olvide el carácter reivindicativo del barrio burgalés que demostró en 2014. Gente de Valladolid, Palencia, San Sebastián, Bilbao, Vitoria, Santander, Zaragoza, Oviedo y de otros sitios salió a la calle en sus lugares de residencia e incluso hubo vallisoletanos que fueron a Burgos a apoyar a los compañeros de Gamonal.
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